RENATO SANTOS 23/12/2017 Cada año en el NATAL, siempre me imaginé reunido con mis padres hoy fallecidos y con una única hermana, esa fue retirada de mí, esta disatante influenciada por personas que se decían amigas, sólo para atender sus propios deseos.
Se pasaron años de nuestras vidas, cada uno dividido por sus propios destinos, hasta el momento que pasé a conocer el dolor del comunismo, realizado por un hombre, HUGO CHAVES, que destruyó poco a poco los sueños de los venezolanos poco a poco.
Hoy NICOLÁS MADURO , el renegado, destruyó de una vez todo lo que representa al NATAL, familia, Nación, hijos, que fueron arrancados de su país, y ahora los niños, que están muriendo de hambre, pensé a mi Dios, mi problema es pequeño, no puedo ser egoísta pensando sólo en mi imbigo.
Por lo tanto, he dictado escribir algo sobre la NATAL, la cual siempre he aprendido en la Iglesia Presbiteriana Conservadora de Guarulhos, desde niño, que el NATAL ES LA ESPERANZA en el SEÑOR JESUCRISTO, donde las fuerzas de las tinieblas y sus agentes (demonios), no pueden sacar de nosotros el único arma que tenemos FE, PERSEVERANZA Y ESPERANZA, entonces, tomo la libertad y pido la licencia en escribir en ESPAÑOL mismo, si algo sale mal, me perdona, pero es de fondo de mi ALMA.
Mandar un mensaje de cariño, reconfortante, pero de amor a mis queridos hermanos y hermanas venezolanos , que pasaron por el dolor de la pérdida de sus hijos, hijas, sobrinos, sobrinas, nietos y netas, asesinados por un régimen dictador y cobarde, nazi y ahora no satisfecho, engaña, mata a su pueblo por el hambre, salud, transformando en un CAMPO DE CONCENTRACIÓN LA CÉU ABIERTO, cuánta cobardía que ese demonio esta realizando en VENEZUELA.
Pasé años y más años luchando en favor de ustedes, pero no podemos desistir, pero oramos JESUCRISTO es nuestra ESPERANZA! . Pero le pregunto qué es el NATAL para ustedes brasileños, comer, beber, ser egoístas, no importarse con los demás, no amar al prójimo, no señores, necesitamos quitar la VENEZUELA de este Infierno es nuestra obligación.
La Navidad ... En los cuatro rincones de la tierra, personas se unen para celebrar el nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios, que vino al mundo para salvar al pecador. Es fecha para agradecer y recordar la historia de aquel que dejó la gloria de los cielos para vivir como un hombre-sin pecado-, mostrar a todos el amor del Padre, morir en la cruz y resucitar victorioso con las llaves de la muerte y del infierno. El que es la Palabra se ha convertido en un ser humano y ha vivido aquí en la tierra entre nosotros, lleno de gracia y de verdad. ¡Y vimos su gloria, la gloria del Hijo único del Padre celestial!
La verdadera esperanza no viene de la planificación, ni proviene de la búsqueda de la esperanza. Ella crece a partir de dos convicciones básicas: que Dios está en el control y que Él interviene. Es por eso que una verdadera experiencia de la Navidad nos trae esperanza duradera.
Navidad es un festival de esperanza. Y lo que más el mundo necesita hoy es esperanza auténtica. Hemos puesto la esperanza en cosas equivocadas. Esperanza en el progreso humano, en el genio inventivo, en el futuro mejor, en el poderío militar, en la seguridad financiera, en la eficiencia del gobierno, en los movimientos, en los grandes líderes, en los partidos políticos, en las negociaciones de paz. Pero todos han fallado en darnos esperanza. Hemos descubierto que tener esperanza en cualquiera de ellos es conocer decepción y finalmente experimentar la desesperación.
La desesperanza, sin embargo, es también profundamente personal. La gente nos decepciona cuando en ellas ponemos nuestra esperanza. Cuando no pueden ser nuestra fuente de felicidad, nuestro corazón se parte. Colocamos la esperanza en nuestras carreras, en nuestra planificación financiera y en nuestras habilidades. Los reveses de la vida nos chocan con la comprensión de que nuestra esperanza se encuentra en el lugar equivocado. Nuestros planes para el futuro pueden empujarnos hacia el mañana con el anhelo de que las cosas van a suceder como soñamos. Pero las cosas raramente funcionan como planeamos. Las circunstancias, las personas, nosotros mismos, y nuestros talentos no son fuentes confiables de esperanza.
Necesitamos algo más que soñar despiertos o esperar ciegamente que todo salga bien. Necesitamos una esperanza vibrante en el dolor, coherente en el pesar, incansable en el quebrantamiento de corazón, inatacable en la decepción e inmortalidad en la presión de la vida. ¿Tienes una esperanza así? ¿Su esperanza es confiable?
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