RENATO SANTOS 25/10/2016
NUEVA YORK, Estados Unidos, 25 de octubre, 2016-
A veces, solo una palabra puede definir una situación. En el caso actual de Venezuela, la palabra oxígeno lo dice todo.
El anuncio del Vaticano del inicio de un diálogo en Venezuela entre el gobierno y oposición ha sembrado más dudas que esperanzas.
El pueblo está harto de mentiras y que se le proporcione respiración artificial a un gobierno que hace tiempo debería haber sido reemplazado por otro democrático.
Maduro solo ha mostrado ineficacia y que solo obedece los mandatos de La Habana, a la que acude periódicamente a recibir órdenes.
Desde Venezuela llegan mensajes llenos de desesperanza ante este nuevo giro en la crisis, ya que la mayoría del pueblo piensa que el próximo diálogo entre el gobierno y la oposición es una pérdida de tiempo y no acabará con el trance en que tiene sumida a la nación bolivariana.
Cómo puede haber diálogo, se preguntan los venezolanos, si Maduro y el resto de los componentes del gobierno mantienen las cárceles llenas de presos políticos y acrecienta la represión contra los que luchan por restablecer la democracia.
Cómo se puede hablar de conversaciones entre el régimen, que apoya y empuja a una invasión del hemiciclo de la Asamblea Nacional, anula el Revocatorio y posterga las elecciones de gobernadores.
Cómo hablar de diálogo, si Maduro ha prohibido que entre al país la ayuda humanitaria, haciendo caso omiso de la falta de medicinas y comida, en una nación que se está muriendo de hambre.
Cómo puede haber diálogo, si las protestas, especialmente de los estudiantes, son reprimidas con brutal violencia, que en la ciudad de San Cristóbal dejó al menos 27 heridos y varios detenidos.
Dividir para reinar
Mientras tanto, el gobierno trata de dividir a la oposición para sobrevivir por más tiempo.
El número dos del chavismo, Diosdado Cabello, ha dicho que existe una fractura en la oposición. “Hay peleas por protagonismos, caprichos y egos”, escribió el siniestro personaje en las redes sociales, y luego ha repetido la existencia de esa quiebra en su programa de televisión “Con el mazo dando”.
Por su parte, la coalición Mesa de la Unidad Democrática (MUD), que agrupa a toda la oposición, emitió un comunicado en el que intentó aclarar los términos del diálogo.
“Cualquier proceso de diálogo tiene cuatro objetivos fundamentales: Respeto al derecho al voto, libertad para los presos políticos y retorno de los exiliados, atención a las víctimas de la crisis humanitaria y respeto a la autonomía de los poderes”, indicó la MUD, al calificar como “un triunfo la presencia del Vaticano”.
La alianza pidió que el diálogo se realice en Caracas, “de cara a la opinión pública”.
La reciente reunión privada de Papa Francisco y Maduro solo ha causado más desazón entre los venezolanos.
“Tememos que ese encuentro solo haya sido favorable al gobierno y no a los que luchamos aquí adentro”, me dice Marta, una amiga caraqueña.
Maduro sostuvo el lunes una reunión privada con el Papa, en una escala que hizo en Roma de regreso de una gira por Oriente Medio, donde le pidió su mediación. “Le di las gracias en el nombre de Venezuela por todo el apoyo para que por fin, definitivamente, se instale una mesa de diálogo entre los distintos factores de la oposición y el gobierno legítimo y bolivariano que yo presido”, dijo el presidente a la televisora oficial VTV. Durante la audiencia, el Pontífice instó “al diálogo sincero y constructivo” para “aliviar el sufrimiento” de la gente.
“Espero que se ponga el tema económico de la recuperación de Venezuela como punto central. Espero que se imponga el respeto a la Constitución y se abandone el camino del golpismo”, expresó Maduro.
Sin embargo, esta mediación del Vaticano solo ha despertado sospechas por parte de los que luchan dentro de Venezuela.
“Maduro es un cobarde”, me dice Marcos, un periodista caraqueño. “Como se ve atrapado, da sus últimos pataleos, detrás de la blanca sotana Papal.
“Nosotros no tenemos ninguna esperanza”, termina diciendo, “porque todavía tenemos la visión de Francisco, tomado de la mano con Fidel Castro, durante su visita a Cuba.
Y nos damos cuenta que la mediación del Vaticano pidiendo el diálogo es solo una nueva estrategia de La Habana para llenarle los pulmones de oxígeno a nuestro tirano”.
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